Cosas que no pasaron
La primera vez que lo vio, no pudo evitar en pensar en las miles de razones por las cuales ese chico jamás le prestaría atención, como naturalmente hacía cuando alguien le gustaba lo suficiente. Era un chico cerrado, poco social; hablaba solo cuando tenía que hablar, pero con comentarios muy asertivos e inteligentes; ¿Cómo no fijarse en él? – Una vez pensó. Así pues, no hizo más que adaptarse al trabajo y seguirle el paso, después de todo iba a ser su compañero de ahí en adelante; poco a poco fue calando el gusto, la observación y el pensamiento, a tal punto que sabía leer casi cualquiera de sus gestos y emociones.
Las conversaciones salieron del trabajo; naturalmente al teléfono, hablando sobre cualquier cosa que les apasionara, y eventualmente una salida, con un dulce y un café. Incluso llegaba a ser obvio para quienes estaban alrededor quienes a veces comentaban ¿Qué se traen estos dos? Pero él comenzó a confundirse, pues a veces el chico parecía ir con mucho interés y aparentemente daba señales de que le gustaba, mas luego todo se desvanecía en una tranquila amistad. Esta ambigüedad llegó a tal punto que lo comenzó a afectar emocionalmente, y como es natural, decidió alejarse lentamente, dejando solo la amistad y el compañerismo.
Entonces pasó un tiempo sin que él hiciera insistencia; el chico pareció no inmutarse ante aquella situación y él terminó por convencerse de que había sido todo producto de su errada interpretación. Pero una noche recibió un mensaje ameno del chico que decía “Extraño hablar contigo”, entre otras cosas corrientemente ambiguas; quiso pensar que se trataba tan solo de una señal confusa y la ignoró. Pasaron varios días durante los cuales les escribió y dijo cosas similares que él, por decisión, ignoró.
Sucedió que un día, tras una dura jornada laboral un problema les tomó mucho más tiempo de lo normal y se hizo tan tarde que no pudieron volver a casa (trabajaban lejos de la ciudad); debieron entonces compartir una habitación para pasar la noche. Conversaron largo rato, y reavivaron esa complicidad que tuvieron al inicio. Se vino la hora de dormir, pagaron las luces y él se volvió hacia la pared, atormentado al saber que estaba en soledad con el chico, un momento que siempre quiso tener, pero que dadas la circunstancias, no tenía el coraje alguno para proceder. Su corazón se desbocaba fuertemente y sus pensamientos lo torturaban, cuando finalmente, decidió que debía levantarse y hacer algo, en su oído el chico susurró perdona que me haya tomado tanto; tenía miedo, estaba confundido, pero necesito abrazar y tenerte a mi lado; quisiera dormir junto a ti ¿Puedo?
Escrito por:
Arturo J. Bilbao
IG: arjbilbao
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